Laura [Libro Vs Película]
Descubrimos otra de las duplas
mejor conservadas por el imbatible paso del tiempo. Laura Hunt desde la
creación inquieta de la mente de Vera Caspary hasta la imaginación desbordante
de las imágenes ideadas por Otto Preminger.
Laura - Vera Caspary [Libro]
Vera Caspary es una reputada
escritora norteamericana que abanderó las causas sociales y la lucha de la
mujer por la independencia auspiciada en un puñado de novelas y otras tantas
historias cortas y obras de teatro. La crisis provocada por el crack de 1929
que devino en la Gran Depresión le llevó a Hollywood y allí trabajó como
guionista en más de 20 películas, aunque las malditas listas negras del Senador
McCarthy le pusieron contra las cuerdas por su pasado de afinidad con el
Partido Comunista.
De toda su obra, sin duda, lo más
destacado es Laura, publicada como serial por Colliers en 1942, y ya como
novela por Houghton Mifflin en 1943. La narración del argumento, siempre en
primera persona, alternada por los diversos protagonistas en los diversos capítulos,
es tan innovadora como rompedora. Waldo Lydecker, un gordo sibarita de mediana
edad que se convirtió en el mejor amigo de Laura; Mark McPherson, el detective
de ascendencia escocesa con gustos literarios afinados encargado del caso;
Shelby Carpenter, el prometido de Laura; o la propia Laura, la joven
protagonista de todo el caso de asesinato que junta a estos personajes.
La novela comienza con el
descubrimiento de un cuerpo que todos identifican como el de Laura Hunt, una
joven que cautiva a todo el que se acerca a ella. Su mejor amigo es Waldo, un
orondo irónico de gustos exquisitos que fulmina cualquier atisbo de alejarla de
su lado. El protagonismo de Mr. Lydecker es fundamental para hacer avanzar la
trama psicológica y criminal del relato. El otro bastión fundamental es Mark
McPherson, el detective que asume la investigación del asesinato que, poco a
poco, se ve atrapado en las redes del magnetismo de Laura hasta enamorarse
perdidamente de ella. El tercer sustento es el prometido de la finada, Shelby
Carpenter, más disoluto y vividor.
Aunque la protagonista absoluta
es la propia Laura, cuya personalidad trae de cabeza a todos los demás. Más
allá de las típicas mujeres fatales de las novelas negras, Laura es un
personaje muy complicado y con múltiples matices que va mostrando sus capas
conforme avanza la obra, especialmente cuando resulta que el cadáver encontrado
no es el suyo sino el de una amiga que estaba pasando unos días en su
apartamento mientras ella estaba fuera.
Siempre a la sombra de la obra
maestra con la que Otto Preminger encumbró a Gene Tierney, esta envolvente
ficción de Vera Caspary merece por derecho propio que la encumbremos en los
altares del género junto a los grandes nombres de Raymond Chandler, James M.
Cain o Dashiell Hammett.
Laura - Otto Preminger [Película]
“Nunca olvidaré el fin de semana en el que murió Laura”. Así
comienza una de las más brillantes piezas del género negro norteamericano. La
voz en off de Clifton Webb, que interpreta a Waldo Lydecker, nos cuenta que
Laura ha sido asesinada. Laura Hunt es una preciosa joven cuyo retrato,
presidiendo el salón de su apartamento, ya es protagonista de los mismos
títulos de crédito plasmados sobre él.
La primera escena reúne a Waldo y al Teniente Mark
McPherson, policía encargado de la investigación del crimen. El diálogo entre
ambos ya pone sobre el mantel el narcisismo ególatra y el verbo mordaz e
irónico del elitista escritor interpretado por Webb. Aquí Waldo ha perdido
todos los kilos que Vera Caspary le endosó en la novela y se han transformado
en piel, huesos y superioridad moral.
Waldo acompañará a Mark durante la investigación, pues era
el mejor amigo de Laura, y ambos acuden a casa de Ann Treadwell, la tía de la
finada, donde encuentran a Ann (Judith Anderson) y a Shelby Carpenter (Vincent
Price), el prometido de Laura, lo que insinúa una posible relación entre ambos.
Los cuatro protagonistas juntos terminan de enseñarnos lo que debemos saber,
pues Laura se fue el fin de semana al campo para pensar y decidir si se casaba
o no con Shelby.
Un flashback nos muestra cómo se conocieron Laura y Waldo,
dando chispazos de un guión deslumbrante. Laura trabaja en una agencia de
publicidad y acude al famoso escritor durante su comida para que avale un
anuncio de plumas estilográficas a lo que este le responde con toneladas de
sarcasmo: “no uso estilográfica, escribo con una pluma de ganso que mojo en
veneno”. Absolutamente magistral.
Waldo se pega a Mark y acuden a cenar a su lugar favorito, y
allí, a base de flashbacks, Otto Preminger nos muestra cómo se forjó la amistad
entre Laura y Waldo, cómo conoció a Shelby, etc...
El crimen y el drama psicológico se entremezclan, y las
puyas del guión de Jay Dratler, Samuel Hoffenstein y Betty Reinhardt alimentan
la inmensa fotografía en blanco y negro de Joseph LaShelle, que ganó el Oscar
ese año. La dirección detallista y milimétrica de Otto Preminger, la música de
David Raksin (autor también de las partituras de películas tan maravillosas
como “Cautivos del mal” o “Mesas separadas”)
y las magníficas interpretaciones de los actores, Gene Tierney, Dana
Andrews, Vincent Price, Judith Anderson y, especialmente Clifton Webb que está
soberbio, nutren la filmación al servicio del conjunto de la película,
conformando una obra perfecta, tan perfecta como ese cuadro que preside la sala
de estar de la difunta.
La segunda mitad de la película lleva a Mark al apartamento
de Laura, de noche, lloviendo, para hacer una guardia y seguir investigando
entre sus artículos personales, y ese óleo toma mayor protagonismo, siempre
presente, en segunda fila, al fondo del plano. Una breve visita de Waldo nos da
la primera pista del enamoramiento que el solitario Teniente McPherson está
sufriendo, y... ¡¡¡aparece Laura!!!
La trama se complica, las pistas se entrecruzan, los
personajes apuran sus motivaciones. Mark se enamora de Laura, Shelby luce como
un vividor inocentón, Ann surge como una arpía inmoral, y Waldo da lecciones de
sátira descarnada mientras descubren quién es el cadáver realmente. Resulta ser
Diana, una modelo de la agencia de publicidad en la que trabaja Laura, que
también está enamorada de Shelby y estaba en el apartamento los días que la
dueña se había ido al campo.
Las sospechas nos llevan de uno a otro, las luces se centran
en cada uno de los protagonistas, incluso en la asistenta Bessie (Dorothy
Adams), pero ninguna brilla como Gene Tierney bajo los focos de LaShelle como
se demuestra en la sala de interrogatorios donde el ingenio policial supera al
ingenio criminal.
Menos de 90 minutos de cine en estado puro, donde el género
noir alcanza una de sus cumbres, aprovechando el estado de gracia que la
magnífica adaptación de la novela de Vera Caspary, la soberbia dirección de
Otto Preminger, la extraordinaria fotografía de Joseph LaShelle, la
claustrofóbica ambientación y las magistrales interpretaciones del combo
protagonista disponen para crear una de las joyas más imperecederas del cine de
todos los tiempos.
Hay imágenes que quedan grabadas para la historia, casos de
Vivien Leigh como Scarlett O’Hara, Rita Hayworth como Gilda o Marilyn Monroe
con la falda ondeante por las calles de Nueva York..., y el rostro de Gene
Tierney pintado al óleo en ese retrato que preside su casa es una de ellas.
Eduardo Garrido.
Después de leer esta reseña, me quedo con ganas de verla (o leerla ;-))
ResponderEliminarTambién tienes la opción de hacer las dos cosas. Primero lees el libro y luego ves la película y nos cuentas qué tal está la adaptación cinematográfica. ¡Un saludo! ;-)
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