El Rey Lear [Libro Vs Película]
Tremendo clásico el que nos revisa hoy Edu Garrido en nuestra sección "Libro o película". Nada menos que 'El Rey Lear' de William Shakespeare contra 'Ran' Akira Kurosawa. Nadie mejor que él para contarlo.
El Rey Lear - William Shakespeare
[Libro]
Abrimos
en esta sección una puerta a las obras de teatro que, hasta ahora, no habían
ocupado el lugar que merecen, y que mejor opción que hacerlo con uno de los
grandes dramaturgos de la historia de la literatura universal. Siempre me ha
gustado el teatro leído y la única duda la tenía en elegir la obra a tratar,
porque el autor lo tenía bastante claro. Intentando huir de los típicos tópicos
de sus grandes textos, Hamlet, Otelo, Ricardo III…, me decidí por otra de esas
grandes historias que siempre trató la pluma del bardo inglés, pero que no
siempre está en boca de todos, como es El Rey Lear.
Escrita
a principios del siglo SVII y dividida en 5 actos, centra su trama en dos
historias paralelas dentro de una misma confabulación. La traición en todas sus
vertientes podría ser el tema central, pero conforme vas avanzando en la
lectura te vas dando cuenta de la complejidad real de la maldad y la bondad del
ser humano.
Lear
es un viejo huraño que ostenta la corona de Bretaña, y decide que ha llegado el
momento de cederla repartiendo el reino entre sus tres hijas. Para ello, en una
especie de juego pueril, las reúne preguntándoles cuánto le quieren, y ellas
contestan según su carácter y objetivo. Goneril y Regan se deshacen en palabras
vanas de amor filial desmedido, mientras que Cordelia se limita al decoro que
su cargo exige. Lear se siente indignado ante la somera respuesta de su hija
Cordelia y reparte el reino entre Goneril (y su esposo el duque de Albania) y
Regan (y su marido el duque de Cornualles), renegando de la condición que la
sangre impone a la herencia de su tercera hija. Finalmente, retirada la dote y
los pretendientes, y ante la dignidad y honorabilidad mostrada, el rey de
Francia acepta a Cordelia como esposa.
Nada
más hacerse con el poder del reino, Goneril y Regan, revelan su verdadero
rostro y muestran la falsedad, la traición y la ambición desmedida por encima
de cualquier acuerdo que prometieron a su padre. Incumplen lo pactado y le
retiran su hospitalidad con excusas baladíes alegando la imposibilidad de
alojar a toda su escolta, enviando al viejo de la potestad de una a la otra
hasta que explota de indignación y se niega a aceptar la realidad y vaga por el
desvalido campo britano en medio de una gran tormenta.
La
segunda historia nos lleva a la familia del conde de Gloucester, que cuenta con
un hijo legítimo (Edgard) y otro bastardo (Edmund). El primero es leal y
servicial, y el segundo codicioso y sibilino. Ante la situación creada,
Gloucester se apiada del antiguo monarca, pero el traicionero Edmund lo vende a
Cornualles que lo deja ciego, después de hacer huir a su hermanastro por
supuestas amenazas mortales del padre común.
Esa
doble vía dramática se une cuando Edgard, disfrazado con andrajos, se encuentra
con Lear y sus únicos aliados, su fiel y veraz bufón y el conde de Kent, que en
principio fue desterrado por apoyar a Cordelia y ahora, también disfrazado,
sigue apoyando al viejo señor. Dándose cuenta de la realidad que ha generado,
Lear pierde la cabeza por completo y el sufrimiento inunda su corazón, por lo
que Kent, Edgard y el bufón no dudan en llevarlo a Dover ante su hija Cordelia,
que lo acoge como si no hubiera pasado nada.
Goneril
y Regan acaban deseando lo mismo, Edmond es habilitado como lo que no es y
Albania se aleja de los métodos de su esposa. Son algunas de las especias con
que Sir William sazona el potente drama que nos plantea.
El
desenlace es tan dramático e hiperbólico como la mayoría de la obra de
Shakespeare, pero no seré yo quien os lo cuente. Con lenguaje mordaz a veces,
satírico en ocasiones y locuaz siempre, El rey Lear es una de las obras
imperecederas de la dramaturgia y la colisión de emociones y reacciones de las
que es capaz el ser humano la convierten en inmortal.
Ran - Akira Kurosawa
[Película]
Akira
Kurosawa pasaba por un momento muy trascendental de su vida. Ya era muy mayor,
su productora japonesa de siempre, Toho, le había dado la espalda y tuvo que
buscar financiación fuera de Japón. Esa traición le hizo convertir Ran en un proyecto
especial y algo autobiográfico.
La
acción se sitúa en el Japón medieval, donde el señor Hidetora Ichimonji, líder
del clan, tras una montería y cacería de jabalíes, se reúne con sus 3 hijos y
los señores Fujimaki y Ayabe, señores de las familias más poderosas del
contorno que esperan que el hijo menor de Hidetora reciba la orden de su padre
para casarse con alguna de sus hijas y unir a los clanes. Uno de ellos le
propone esa alianza matrimonial mientras el otro le reta a pensarse bien con
quién se alía. El cansancio se apodera de Hidetora y, al despertar, delega sus
tierras en su hijo mayor Taro, que ocuparía el castillo principal, dejando el
2º castillo para Jiro y el 3º para Saburo. El menor se rebela ante esta
decisión y es expulsado de los dominios del clan junto a un caballero que le
defiende. En la huida es perseguido por Ayabe, que lo acepta como yerno por el
valor y la honradez mostrada.
Una
vez en el castillo principal, la nueva pareja dominante disuelve sus halagos en
pos del ego que el poder acarrea, y Kaede, esposa de Taro, comienza a denigrar
a las esposas de Hidetora y el nuevo jefe hace lo mismo con su padre, que
termina por huir en busca del apoyo de su segundo vástago Jiro.
Hidetora
se presenta en el castillo de Jiro, pero una carta de Taro le excusa para no
dejar entrar a la corte que le acompaña, y el antiguo señor repudia
públicamente a sus hijos y se aleja con sus 30 hombres fieles y el bufón.
En
ese vagar sin rumbo, Hidetora se topa con un caballero leal que le cuenta la
verdad y le incita a buscar a Saburo, pero sigue en sus trece y resuelve acudir
al tercer castillo que ha sido ocupado por tropas del nuevo amo, que aniquilan
al ejército de Hidetora y a toda su corte, sus esposas se suicidan y el
castillo termina incendiado. Esa brutal escena bélica, de casi diez minutos de
duración, sin efectos sonoros, ni diálogos, con la única fuerza de las imágenes
y la maravillosa música de Takemitsu, resume la caída y desmoronamiento del
clan Ichimonji, la locura sangrienta en que Hidetora se sumerge a raíz de los
acontecimientos y del recuerdo del pasado teñido de rojo que le hizo hacerse
con el poder.
El
señor Taro muere asesinado en el combate, y Jiro se hace con el poder, pero
nadie osa matar a Hidetora que sale, totalmente ido y solo, del castillo en
llamas, hasta que el bufón y el señor Tango lo encuentran vagando sin rumbo.
Jiro
asume el poder, pero la difunta de su hermano no quiere perder su posición y
las intrigas internas son constantes (maravillosas las escenas en que Kaede
intenta matar a Jiro para terminar acostándose con él), mientras Hidetora asume
la realidad. Saburo acude al castillo de Jiro a por su padre, pero recibe el
apoyo de su futuro suegro, desembocando en la inminente guerra total. Los
ejércitos están en posición, pero Hidetora ha huido y él es la clave, porque
unos lo quieren vivo y otros muerto.
Finalmente,
Saburo lo encuentra como un desaliñado indigente y se perdonan mutuamente, pero
por otro lado la guerra comienza y los ejércitos de los hermanos se enfrentan
mientras un 3º aprovecha el desconcierto e invade las tierras de los Ichimonji,
mata a Saburo cuando regresa con su padre, y éste también fallece de un ataque
ante la muerte de su último hijo.
La
insidiosa y sibilina venganza de Kaede se culmina, aunque al final también
muere, y el castillo principal es saqueado, quedando una escena final con
Tsurumaru, hermano de la esposa de Taro (equivalente a Gloucester), solo y
ciego, en lo alto de una montaña.
La
fuerza visual, el dramatismo y la arrolladora maestría de Kurosawa en plasmar
la traición, el odio, la venganza, la ambición y la falsedad, llevaron a Ran a
ser todo un éxito alrededor del mundo, mucho más que en su propio país, donde
la crítica le ninguneaba por su excesiva occidentalización.
Durante
el rodaje Kurosawa sufrió duros golpes como la muerte de Ryu Kuze, coreógrafo
de las escenas de batallas con espadas, Fumio Yanoguchi, técnico de sonido de
sus películas y, sobre todo, Yoko, su esposa, lo que dio más dramatismo y épica
a la historia y al análisis biográfico de Lear vs Hidetora.
La
academia japonesa le dio la espalda, pero la crítica americana la apoyó
desmedidamente y Akira Kurosawa fue nominado como mejor director para los
Premios Óscar, así como la apabullante fotografía de Takao Saito y Masahuru
Ueda, y la extraordinaria dirección artística. El vestuario, diseñado por Emi
Wada con técnicas del siglo XVI para tejer y teñir, se alzó con el merecidísimo
premio al mejor vestuario. Podríamos añadir otros premios, como los Globos de
Oro, Bafta, etc…, así como relatar curiosidades excéntricas (rodó en escenarios
naturales al sur de Japón, utilizando 250 caballos y 1.400 extras; construyó el
tercer castillo para rodar el ataque al mismo en una sola toma que debía salir
bien a la primera porque terminaba incendiado; los ensayos se hacían siempre
con vestuario y maquillaje al 100%...), pero lo mejor sería que invirtáis 160
minutos en disfrutar de una de las mejores películas de uno de los mejores
directores de todo el siglo XX.
Reseña realizada por Edu Garrido
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