Reseña de 'Las 7 maravillas del cine' de Jose Luis Garci

Entrados en 2015, la editorial Notorius, publicó otro de esos libros que José Luis Garci está dedicando al arte que se adueñó por completo del siglo XX, el cine.

José Luis Garci, conocido director español, ganador de un Óscar a la mejor película de habla no inglesa por “Volver a empezar”, crítico, guionista, escritor y, probablemente, uno de los responsables directos de la cinefilia de una generación completa de españoles que nos pegábamos a La2 de TVE cada lunes por la noche, es el autor de estas palabras que nos llevan, a través de su caos literario habitual, por los entresijos de las 7 películas que él considera como las 7 maravillas que el 7º arte nos ha regalado, por lo menos las 7 que su cerebro elige en ese momento.

Reparte el libro en 6 cajones. Comienza con una intro llamada “Maravillas”, donde José Luis, con boli en mano y folio en blanco, totalmente de memoria, sin recurrir a internet ni a ningún recuerdo ajeno a su propia retentiva, va dando rienda suelta a sus pensamientos, canalizando el por qué Las 7 Maravillas del Mundo devienen en estas nuevas 7 Maravillas del Cine.

Esa 2ª parte, propiamente titulada 'Las 7 Maravillas del Cine', se centra en la lista de las 7 elegidas. Tal y como él comenta, la lista es muy complicada y, probablemente, ha ido cambiando con el paso de los años, pero intenta argumentar las razones de su elección, tanto a nivel puramente cinematográfico como personalmente.

Las cintas distinguidas son “Casablanca” de Michael Curtiz, “Perdición” de Billy Wilder, “La palabra” de Carl Theodor Dreyer, “Vértigo (De entre los muertos)” de Alfred Hitchcock, “El hombre que mató a Liberty Balance" de John Ford, “2001: una odisea en el espacio” de Stanley Kubrick, y la trilogía de “El Padrino” de Francis Ford Coppola.

Aquí ya pueden entrar los gustos personales, pero Garci consigue, a base de su estratégica anarquía a la hora de escribir, mostrarnos dónde y con quién vio por primera vez cada película, las emociones que sintió, las conversaciones que motivaron, qué bebía en aquella charla, las innovaciones que supusieron dichas filmaciones, la acogida que tuvieron en su momento, curiosidades y algún latigazo a los “entendidos” de la época, a la vez que se anda por las ramas y divaga sobre cualquier cosa a la que haya conducido su prosa.

Tiene pasajes realmente brillantes, como los de Casablanca, El hombre que mató a Liberty Balance, 2001 o la trilogía de El Padrino, donde consigue llevarnos a fumar un pitillo con Rick (Bogart), sentirnos seguros junto a Tom (Wayne), entablar una conversación con Hal9000, o tomar un café expresso con Michael Corleone (Pacino). Su pasión y forma de transmitir ese entusiasmo, es casi tan meritorio como lo que dice. La forma viene a complementar el fondo de una manera casi perfecta, llegando a creer que estás equivocado al no compartir al 100% sus gustos.


El 3er capítulo, nombrado como “Encuesta a 70 cinéfilos”, recoge las listas que, 70 personas designadas por él mismo, elaboran con sus 30 películas favoritas de todos los tiempos. Algunos de ellos son obvios, pues Juan Miguel Lamet, Juan Cobos, Eduardo Torres Dulce, Oti Rodríguez Marchante o Miguel Marías pasaban habitualmente como contertulios por su programa televisivo, y otros como Luis Herrero, Inocencio Arias, David Gistau o Luis Alberto de Cuenca han compartido micrófono en las ondas radiofónicas en “Cowboys de medianoche”. Sin embargo, aparecen nombres de directores de cine, de periodistas, de productores, de escritores, de gente que ha dejado claro al protagonista que sus elecciones serían, como mínimo, de una calidad incuestionable. David Giler, Rosa Belmonte, Diego Galán, Enrique Alegrete, Gil Parrondo, Arturo Pérez Reverte, Clara Sánchez, Fernando Savater o Carlos Vermut son algunos de los nombres que vemos, previa breve presentación del propio Garci, seleccionando esos 30 títulos que les han marcado y les han llevado a escribir sus nombres en un listado tan selecto.

La 4ª parte viene marcada por la selección del propio José Luis Garci, con sus 30, añadiendo un pequeño comentario de cada una de las elegidas, junto a unos fantásticos fotogramas de las mismas, conociendo, un poco más, los gustos y particularidades del director madrileño. Su selección podría ser conocida por los que le seguimos desde hace tantos años, y hay títulos que ha mencionado infinidad de veces como “Tu y yo” de Leo McCarey, “Raíces profundas” de George Stevens, “Los mejores años de nuestra vida” de William Wyler, “Manhattan” de Woody Allen o “La evasión” de Jacques Becker, pero también aparecen obras que me llaman la atención como “Tormenta mortal” de Frank Borzage, “Cabalgar en solitario” de Budd Boetticher o “Chicas con gancho” de Robert Aldrich. Porque lo que realmente noquea es la inclusión de estas entre las 30 mejores de tu vida cinematográfica. Una cosa es que te gusten y otra distinta que las metan en la maleta cuando solo caben 30.

Llegamos a la 5ª sección, una lista de listas, donde Garci va enumerando los 7 de un montón de apartados, ya sean películas españolas, japonesas, fotógrafos nacionales, westerns modernos, películas mudas o péplums de Hollywood, dejando únicamente a Woody Allen, John Ford, David Lean, Alfred Hitchcock, Fritz Lang (en América), Howard Hawks, Ernst Lubitsch, Leo McCarey, Raoul Walsh, Billy Wilder y William Wyler, como merecedores de un apartado especial para los directores de cine. Es realmente curioso porque, además de las películas, también se incluyen listas de series de TV y libros (de ficción y no ficción), con un apartado especial para 7 novelas de ciencia-ficción que le gustan especialmente.

La parte final viene con un epílogo del propio Garci, donde deja claras algunas cosas, pero las vitaminas, lo más tierno, ya lo hemos comido y queda como mera anécdota.

La edición es magnífica, con unas fotografías maravillosas en blanco y negro, con pies de página aclaratorios, con una bonita encuadernación y una impresión muy cuidada. Puede que nuestros gustos vayan por otro lado, puede que la ensoñadora divagación hacia el pasado no nos llame la atención, puede que los invitados no sean de nuestra devoción, pero puede también que disfrutes con cada uno de los Dry Martini, tan secos como el desierto de Lawrence de Arabia, con cada uno de los cigarrillos recordados, con cada paseo por Manhattan, con cada charla empecinada defendiendo tal o cual película, y devores las 565 páginas casi sin darte cuenta.

Eduardo Garrido.

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