Reseña de Memorias, de Alec Guiness
Amante del cine y la literatura, Edu Garrido nos ofrece su visión de las Memorias del conocido actor Alec Guiness, pasando la criba de su ojo crítico.
Memorias, de Alec Guiness
Sir Alec Guiness, mundialmente conocido por sus papeles
cinematográficos icónicos como en El puente sobre el río Kwai, Doctor Zhivago,
The Ladykillers o la saga Star Wars, se lanza a contarnos sus memorias, su vida
desde su propia perspectiva, que no tiene nada que ver con lo que esperamos
leer.

Al igual que su estilo, lo que nos cuenta es totalmente personal,
y para gran sorpresa de los que le conocemos y adoramos por su impronta
cinematográfica, vemos que para él el 7º arte tan solo es el sustento económico
que le permite trabajar en su gran amor, que no es otro que el teatro. El libro
recorre el siglo XX de principio a fin en repetidas ocasiones, desde sus
inicios vitales hasta unas pocas líneas que dedica a su relación con David Lean
o algún pasaje vital en Hollywood. De hecho es realmente curioso que sus
numerosas menciones a grandes iconos de la interpretación británica como Lawrence
Olivier, John Gielgud o , se circunscriben al elemento teatral de su relación,
o como mucho, al nivel personal.
Conocemos sus tribulaciones religiosas, a las que dedica un
capítulo realmente generoso, dudando entre el anglicanismo y catolicismo romano;
su intervención en la II Guerra Mundial a bordo de un barco que transporta
hombres, materiales y alimentos entre una costa y otra; su paso de actor
suplente de una obra de tercera a compartir escenario con los más grandes de la
historia del teatro inglés; su amor incondicional e irrepetible hacia su mujer
Merula; sus divertidas peripecias en Cuba mientras rodaba Nuestro hombre en La
Habana con Carol Reed, etc…, hasta completar poco más de 250 páginas que te van
enganchando y descubriendo un vértice de la personalidad de Sir Alec Guiness
prácticamente desconocida por la mayoría de sus admiradores cinéfilos.
Ni el Profesor Marcus, ni el Coronel Nicholson, ni el Príncipe
Faysal, ni Marco Aurelio, ni Yevgraf Andréyevich Zhivago, ni Carlos I de
Inglaterra, ni Obi-Wan Kenobi son nada más que un papel a representar, una
excusa para llenar su cuenta corriente, un lienzo sobre el que agrandar su fama
(Óscar al Mejor actor en 1957 y otro Honorífico en 1980), un campo sobre el que
desplegar sus dotes naturales, mientras su verdadero amor (el teatro) coquetea
una y otra vez con su corazón abierto, refulgente de sangre ardorosa y pasión
desmedida. Todo ello, contado como el propio Guiness era, sencillo, trabajador,
sin darle demasiada importancia, humilde y natural, pasando de un charco a otro
a grandes saltos, pero sin salpicar.
Reseña de Edu Garrido.
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