El salario del miedo [Libro Vs Película]
Nueva entrega de nuestra sección Libro VS Película a cargo de nuestro gurú del Séptimo Arte, Edu Garrido, siempre dispuesto a rescatar los clásicos atemporales que han marcado época en el cine y la literatura.
EL SALARIO DEL MIEDO de Georges
Arnaud
[Libro]
Henri
Girard sufrió una debacle personal durante la IIGM que le cambió la vida y le
llevó a terminar en Sudamérica. Los últimos años de la década de los años 40
los pasó en Venezuela, tras gastarse la fortuna familiar, en multitud de
empleos entre los que destaca el de camionero, que le sirvió para ambientar
esta novela que publicó al volver a Francia, cuyo éxito le permitió dedicarse a
escribir el resto de su vida.
Se
trata de una obra corta, apenas 200 páginas, que arranca con la explosión en un
pozo petrolífero en Guatemala, que origina un tremendo incendio. La Crude and
Oil Limited, compañía norteamericana que explota el pozo, cuya oficina más
cercana se asienta en el pueblo de Las Piedras, busca la solución más rápida
para apagarlo, cueste lo que cueste.
Ahí
damos el primer salto y Arnaud, pseudónimo empleado por Girard para firmar la
obra, nos sitúa en el poblado, centrando la acción en el bar/prostíbulo/hotel
El Corsario Negro, regentado por Hernández, donde los “exiliados” pasan las
horas soñando con encontrar ese boleto que les permita largarse de allí. Las
descripciones, los diálogos, las pausas, el estilo, todo marca la desesperación
de los que allí habitan, que siguen adelante porque no pueden ni saben dejarse
morir. Son muertos en vida.
La
Crude and Oil Limited pide conductores experimentados para llevar dos camiones
repletos de nitroglicerina a través de los destrozados caminos guatemaltecos
hasta el incendio. El trabajo es duro y muy peligroso, pero muy bien pagado y
ven ahí la oportunidad esperada para escaparse de su propio pozo.
Todos
quieren jugar esa partida con la muerte, de hecho llevan jugando tanto tiempo
sin cartas, que cuando llevan una buena mano no se lo piensan. Finalmente
Gérard Sturmer (francés) y Johnny Mihalescu (rumano) llevarán un camión y Luigi
(italiano) y Bimba (español) llevarán el otro. Jacques, un francés que habla
poco y siempre anda por allí, los maldice porque ya ha trabajado en eso y los
tacha de locos porque más de la mitad mueren. A partir de ahí el miedo pasa a
ser el protagonista absoluto del relato.
Los
camiones no son especiales, ni tienen medidas de seguridad adicionales, sin
suspensiones, neumáticos o frenos adaptados para cargar 1.500 kilos de
nitroglicerina a través de los continuos baches y agujeros de las maltrechas
carreteras del país centroamericano. Pero la zanahoria es tan grande y tan
dulce, que la esperanza y la ilusión recubren con su capa la fúnebre visión del
miedo.

A
destacar las detalladas referencias al camión, que pasa a ser uno más de los
protagonistas en esa 3ª parte de la narración. Los minuciosos detalles para
pasar a toda velocidad por la chapa o el sutil juego con el embrague y el
acelerador para sortear las hondonadas que encuentran por el camino. Los
neumáticos, la suspensión, los frenos, son casi tan reales como el dolor de
Johnny, el sueño de Gérard o la mentira del cura que se encuentran en la aldea
de Totumos. El dolor, la muerte, el calor, la desesperación y, cómo no, el
miedo, son compañeros de viaje durante estos 200 folios que fulminarás de un
plumazo, casi tan rápido como las esperanzas de todos los que esperan su
oportunidad en Las Piedras.
EL SALARIO DEL MIEDO de H.R.
Clouzot
[Película]
La
presentación del pueblo, con sus calles embarradas, su miseria y su gente
tirada por los porches
pasando el tiempo, sitúa la acción en cualquier país
entre el norte de Sudamérica y Centroamérica. Llega a El Corsario Negro, donde
se agolpan los extranjeros sin trabajo y sin dinero que lucen su mezquina
superioridad moral para largarse de allí.
Jo
llega en avión junto a otros vecinos con sus cabras y cambia el ambiente del
poblado. Mario se pega a él rápidamente al ver en él una puerta para abandonar
ese infierno. “Esto es una cárcel sin barrotes” le llega a decir, y la tensión
va aumentando conforme Jo y Mario van haciendo enemigos y perdiendo amigos. Clouzot
muestra su magnífico pulso en el enfrentamiento entre Luigi y Jo en el bar de
Hernández. Y cuando parece que todo está a punto de explotar, explota uno de
los pozos de la compañía norteamericana que está sacando el petróleo del país.
La
reunión de la empresa decide contratar a gente para llevar nitroglicerina al
pozo incendiado, y todos los desesperados que pierden su vida en Las Piedras
están dispuestos a no perderla por 2.000 $. O’Brien les hace la prueba de
selección y elige a Bimba, Luis, Mario y Smernoff, pero Jo conoce a O’B y no
quiere quedarse allí, así que consigue que lo nombre suplente y,
misteriosamente Smernoff no se presenta, así que Jo ocupa su puesto.
Esos
primero 58 minutos de película son una cosa totalmente distinta a lo que vamos
a ver a partir de ahí. Ahora el miedo del título se hace dueño absoluto de todo
lo que vemos. Cada bache, cada susto, cada primer plano, cada gota de sudor,
cada vez que vemos la cabina del camión o las ruedas rodando en primera, un
escalofrío se apodera de la filmación.
Luigi
y Bimba adelantan al otro camión y llegan a la chapa ondulada, donde deben ir a
una velocidad mínima para no volar por los aires. Ese juego con la velocidad en
ese tramo de la carretera sirve para perlar la frente de nuestros protagonistas
a tiempo completo. Hasta ahora Jo y Mario parecían llevar las riendas, pero
desde que subieron a los camiones son Luigi y Bimba los que están más seguros
de sí mismos, y Jo se pone enfermo, quiere dejarlo y busca mil razones para
abandonar.
Hay
una conversación entre Jo y Mario muy esclarecedora. Jo le dice a Mario que le
pagan por pasar miedo, no por conducir, pero que ellos tienen el trabajo
dividido y mientras Mario conduce solo Jo pasa miedo por los dos.
Las
dificultades se suceden sin cesar, una detrás de otra, y Clouzot juega con los
dos camiones, yendo de uno a otro, conjugando los sentimientos y las disputas
de los 4 conductores.

La
carrera de Clouzot le llevó a filmar otras buenas obras, entre las que se
encuentra esa joya del cine galo que es “Las diabólicas”, e Yves Montand se
convirtió en un icono en el país galo, pero "El salario del miedo" sigue siendo
una de las piezas imprescindibles de la filmografía del país del gallo, aunque
sus premios en Cannes o Berlín o el Bafta británico y las grandes críticas
internaciones la convierten en una de las grandes del cine clásico mundial.
Eduardo
Garrido.
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